Subtítulo
De Marqués Emperador
A
golpe de susurro y arrebato sus verdes ojos terminaron por besar mi mirada
triste, acabada. Su respiración, lenta, sosegada, compasiva, sonaba a música
sibilante. Su piel, reseca por la salinidad de sus lágrimas marinas, obligaba a
la admiración. La natural hinchazón de sus labios, que siempre buscaban la última
palabra, conseguía ser hipnótica. Su cuerpo, cada vez menos suyo, luchaba sin
descanso contra el crepitar de mis dedos. Sus manos, frías y agresivas,
combatían esos espasmos, como los de quien se agita enfermizamente sobre el
agua porque se cree ahogado al no saber nadar. Sus turgentes pechos que otrora
buscaron mis manos y cuyos pezones disfrutaban jugueteando con mi lengua,
disfrutaban del embate de aquel subtítulo de Marqués Emperador. Lo surrealista
del momento, el éxtasis abnegado, tórrido y sincronizado con la manecilla
pequeña del reloj de bolsillo que el subtítulo de Marqués Emperador guardaba
celosamente en la más pequeña de las pequeñas aberturas de su pantalón: la
bragueta.
A
golpe de susurro y arrebato sus ojos verdes acabaron con mis besos y mis
tristes miradas, lentas y sosegadas. Tener que observar el espectáculo tétrico,
siniestro y enfermizo acabó por conseguir que mis sosegadas manos lucharan
agresivas contra el subtítulo de Marqués Emperador. La manecilla más pequeña,
celosa del juego con los tórridos pechos de aquella que me hipnotizaba con la
natural hinchazón de sus labios, hizo tragar el reloj de bolsillo a la apertura
más grande de las pequeñas aberturas del cuerpo del subtítulo de Marqués
Emperador: su culo. La frialdad de los espasmos de mi turgente mente acabó por
disfrutar del momento surrealista. A golpe de sincronía de lágrimas salinas acabó
por suplicar y rezar como el ahogado que se sabe ahogado por creer saber nadar
sin saber.
A
golpe de susurro y arrebato…
José Manuel Romero Cervantes