sábado, 23 de noviembre de 2013

Cuento A La Una De La Madrugada - Volumen XI

Inconexa Somnolencia

A veces la irrealidad de las situaciones me absorbía por completo. El esperpento de las preguntas a destiempo me superaba.
La comicidad de una persona que cae tras pisar una cáscara de plátano me transportaba a una época en la que un gesto valía más que cualquier palabra de silencioso significado, vacía en espíritu.
El vuelo de los elefantes hacía que las nubes parecieran preparadas para la tormenta que en algún lugar se avecinaba.
El tacto de las lágrimas de los girasoles al alba me hacía comprender el silencio de los besos perdidos.
No había nada que pudiera alterar la imaginación de mi corazón. Cerebros que suben al sótano de mi cuerpo y nervios que bajan al desván de mis emociones.
Figuras retóricas imposibles e impasibles, sin alma que dañar, sin sangre que desparramar, hacían de esta realidad una realidad cuyo final no podría ser infeliz, no podría terminar mal.
Deseos de medianoche que no llevan a ninguna parte más que a aquella donde el placentero sueño descansa apaciblemente del sonido de ovejas que saltan una valla mientras el portador cierra los ojos esperanzado en abrirlos ocho horas más tarde.
Imágenes de un pasado que aún no ha sucedido y del futuro que ya se marchó. Incierto presente el que evoca estas irresistibles imágenes sin sentido.
Y tan incierto como ese presente, terremoto sonoro que podría matar de un susto a la mismísima muerte y…


…y el sonido de su despertador le devolvió a la realidad.






José Manuel Romero Cervantes





Saludos con un insomnio tramposo y mocoso...