sábado, 8 de marzo de 2014

Soñando Con No Volver A Ser Lo Que Son



          Hace un par de meses me presenté al I Concurso de Microrrelatos de la Revista Siembra. Los microrrelatos que ganaron son infinitamente mejores que el mio, eso hay que reconocerlo una vez leidos, pero que te digan que tu relato tiene condición de finalista es un orgullo, y más tratándose del primer microrrelato que presento a concurso. 

          A mi me gusta escribir con música (de hecho, ahora mismo estoy lo estoy escribiendo con la BSO de "El Hobbit: La Desolación De Smaug" de fondo) y cuando escribí este microrrelato, la canción que sonaba de fondo era "Breathe Me" de Sia.

          Espero que disfrutéis leyendo el microrrelato tanto como yo disfruté escribiéndolo.




Soñando Con No Volver A Ser Lo Que Son

          El resplandor de la luna acunaba sus pensamientos a la sombra de la Mano Tendida, con la enrejada y vigilante mirada del Cristo agonizante al fondo.

          Ninguno de los dos sabía cómo habían llegado a esa situación. Quizás por el encuentro no planeado. Tal vez habría sido aquel “te quiero” siempre latente y nunca pronunciado. A lo mejor lo que había provocado ese silencio había sido el tímido roce de sus dedos, convertido más tarde en dos manos cálidamente agarradas.

          Un encuentro en el Gran Teatro, que había empezado con muchas palabras banales, dejó paso a un paseo por la Calle Empedrada aderezado con una conversación más personal. Los suaves susurros comenzaron cuando la soledad del Paseo del Río les envolvió y la incómoda intimidad les llegó al admirar los últimos reflejos del atardecer sobre la Plaza de Toros.

          Ahora el suave roce de sus manos bastaba a la escena para hacer de ella un musical huérfano de sus palabras más necesarias: “te quiero”.

“Te quiero”. Esas tres sílabas que tanto se les resistían: a ella por tradición, a él por temor. 

“Te quiero”. Esas ocho letras que servirían para culminar las horas más felices de sus vidas. 

Ambos deseaban lo mismo.

El primer refrescar de la noche trajo consigo una sutil bruma y la vuelta a la dura realidad: ninguno de los dos daría el paso. Acabarían la noche igual que habían empezado la tarde, siendo amigos.

Por suerte, aún les quedaban unos minutos en los que soñarse juntos…





Saludos desde mi sombría habitación a las 2:12...