jueves, 8 de noviembre de 2012

Cuento A La Una De La Madrugada - Volumen V


La Octava Víctima

         Ese maldito hijo de puta lo había vuelto a hacer. Un bolígrafo, unas cuantas hojas de papel, canciones para mantener la concentración, litros de café y soledad. Quizás algún porro ocasional, una puta para aliviar tensión o algo de alcohol también irían incluidos en el manuscrito que le presentaba, pero eso no le importaba. Ese maldito hijo de puta estaba apunto de lograr un nuevo éxito. Y ya iban quince.
Nadie era capaz de explicar como, de la noche a la mañana, un completo inútil había adquirido las cualidades de un candidato al Premio Nobel.
Sin embargo, allí estaba él. Sentado enfrente de mí, con la cabeza inclinada hacia atrás, mirando al techo del despacho mientras esperaba mi veredicto.
Con sumo cuidado volví a releer el comienzo del libro. El protagonista se presentaba como el típico tipo afable y desde el primer momento te decía lo que era: un asesino en serie. Sin embargo caía simpático. Casi tan simpático como su creador.
Doscientas ochenta y tres páginas después, el protagonista seguía siendo un simpático asesino en serie, pero llevaba sobre su conciencia siete nuevas víctimas: el bombero sadomasoquista, el maestro violador de niños, la pareja que mataba ancianos, el amante jardinero y la puta y el camarero del Madame Truffaut.
Sin embargo, algo no terminaba de cuadrar. Alguna víctima debería habérsele pasado por alto, pues el protagonista, según dice al principio del manuscrito, necesita matar en tandas de ocho personas.
Ese maldito hijo de puta no sólo cosechaba éxitos, te hacía pensar. ¿Quién sería la octava persona?
-          De primera calidad, Joseph. Un nuevo éxito asegurado.
-         ¿Cuándo la publicaréis? – preguntó el con cierto tono impaciente.
-        Si nos ponemos a ello desde ya, la primera edición saldrá en algo más de dos meses con una tirada de unos cien mil ejemplares. ¿Qué te parece?
-          Bien, bien. Quiero que sea Johnny el que haga la portada. Estoy contento con el trabajo que hizo con mi último libro.
-          ¿Johnny? Está bien, sin problema. No creo que salga muy caro. Aunque todo es poco para el escritor estrella de la editorial.
-          No me hagas la pelota – dijo en un tono que mostraba su enfado – sabes que lo odio.
-         Vale, no te cabrees.
-          Bueno – dijo cortando lo que fuera que yo iba a decir en ese momento – si no hay nada más que hablar, me voy.
-          Ok, te mantendré informado si hay novedades.
Se levantó de la silla y con su postura habitual, hombros caídos, cabeza gacha y paso endeble pero decidido, se encaminó hacia la puerta del despacho. La abrió y se dispuso a salir de la habitación.
-         Ey, dime una cosa antes de irte: ¿quién coño es la octava víctima?
Noté cierta vacilación en su forma de responderme, esa vacilación de las personas que dan por supuestas las cosas que para ellas son obvias, aunque éstas no lo sean para los demás.
-          ¿No lo sabes?
Negué con la cabeza.
-         No me lo puedo creer. ¿Ni siquiera lo intuyes? – insistió él.
-          No, Joseph. Ni lo sé ni lo intuyo. Por eso precisamente te pregunto.
-         La puta estaba embarazada.
Y cerrando la puerta, sin esperar a contemplar mi reacción, como si ya supiera cual iba a ser, salió de la habitación.



 José Manuel Romero Cervantes

 


Saludos de un "YouTuber" que se ha propuesto volver a subir vídeos pronto...