Silencio
Y Soledad
Silencio.
Su
alma está por fin en silencio.
Ya
no llora. Ya no sufre por ella.
La ha perdido para siempre.
No
supo valorarla como debía y ahora solamente puede lamentar su pérdida.
Soledad.
La mira.
Aunque
pálida, aún está muy bella. Sus carnosos labios se vuelven morados. Sus ojos
entreabiertos miran al vacío.
Silencio.
La
escucha.
Ya
no grita.
Su
garganta ya no emite sonidos.
Soledad.
No
se había percatado de eso.
Antes
había ruido, pero nunca estaba sólo. Sufría, pero tenía alguien con quien
compartirlo. Se enfurecía, pero tenía a quién maltratar para liberarse.
Silencio.
Soledad
y silencio.
No
había pensado en ello mientras discutían. Ni tampoco cuando le dio el primer
puñetazo. Él no quería. Ella le había obligado a ello.
Soledad.
Silencio
y soledad.
Cuando
había cogido el cuchillo, él no pensaba en nada. Y cuando se lo había clavado
tres veces, él ya no era él.
Silencio,
pues ella callaba. Soledad, pues ella estaba muerta.
José
Manuel Romero Cervantes
Saludos desde el silencio de la soledad
de una noche de primavera…
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