viernes, 26 de febrero de 2010

"Snatch.-Cerdos Y Diamantes"

          "...Entonces caí en la cuenta de que el gitano había apostado dinero a sí mismo. Por eso el cabronazo nunca caía cuando tenía que hacerlo. Mientras nos pelaba, él se forraba. Estabamos peor que al principio..."

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          Capítulo 2 del cuento "La Fecha De Mi Muerte" de José Manuel Romero Cervantes:

Cinco Meses Después
     Estoy sentado en mi sillón, terminando de leer un genial libro, con ayuda de la luz natural que penetra por mi ventana. Éste trata sobre los ideales de un preso y su afán por conseguir la libertad. Lo termino y lo dejo en su hueco correspondiente sobre la estantería. Miro por la ventana y le veo de nuevo. De pie, observando la casa, se halla aquel hombre castaño y bajito. Cinco meses atrás tuve un mal presentimiento, pero no le di apenas importancia, pero ahora me estoy replanteando la situación.
  • ¡A comer! -vocifera Lucy.
     Dejo de mirar al hombre y me voy al comedor. Huele de maravilla. Lucy ha preparado una comida especial, puesto que hoy hace cinco meses que nos casamos. El menú es el mismo que comimos aquel día. Me siento a la mesa.
  • ¿Has visto al hombre que está en frente de la casa?
  • ¿A quién te refieres, Al?
  • Al hombre bajito y castaño que está ahí fuera. ¿Lo has visto?
  • No, no me he fijado. ¿Por qué lo preguntas? ¿Ha pasado algo?
  • No, cariño, no te preocupes. Es que tengo la sensación de que nos observa continuamente.
  • Serán imaginaciones tuyas.
  • Sí... supongo.
     Tal vez  Lucy lleve razón y sean sólo imaginaciones mías, pero no puedo quitarme a ese hombre de la cabeza. Siento que le conozco, y que, en el fondo, Lucy también lo conoce. Su mirada me resulta tan extrañamente familiar...
     Después de comer y fregar los platos, Lucy suele echarse a la siesta, para poder concentrarse mejor en el nuevo libro de física que está escribiendo. Por mi parte, yo suelo meterme en mi estudio a trabajar. Subo al piso de arriba, entro en el estudio y cierro la puerta para no molestar a Lucy. Voy hacia el escritorio. Sobre él encuentro una carta lacrada con un gran sello rojo del que no logro distinguir el escudo. Que raro...




Saludos de un escritor nobel...

lunes, 8 de febrero de 2010

"El Silencio De Los Corderos"

          "¿Qué tal, Clarice? ¿Ya han dejado de chillar los corderos?"

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          Capítulo 1 del cuento "La Fecha De Mi Muerte" de José Manuel Romero Cervantes:

La Iglesia
     Hoy es el día más importante de mi vida. Hoy es el día de mi boda. Ella está radiante y feliz. Sé que es la mujer perfecta para mi.
  • ...si no lo hacéis así, habréis pecado, y sabed que vuestro pecado os saldrá al encuentro. Palabra del Señor.-terminaba el sacerdote la lectura que nos había seleccionado para esta ocasión tan especial.
     Intento prestar mucha atención a la ceremonia, pero me es imposible. No puedo dejar de mirar a Lucy. Es tan bella... Sin darme cuenta el Padre Henri ha llegado al momento cumbre:
  • Albert Miller, ¿quieres tomar a Lucy Keane como legítima esposa?
  • Sí, quiero -respondo sin dudarlo un segundo.
  • Y tú, Lucy Keane, ¿quieres tomar a Albert Miller como legítimo esposo?
  • Sí, quiero -contesta Lucy mientras me dirige una dulce mirada.
  • Por el poder que me ha sido concedido por la Iglesia -prosigue el Padre Henri- yo os declaro marido y mujer. Albert, puedes besar a la novia.
     Levanto el velo del vestido de Lucy y ambos nos fundimos en un tierno y apasionado beso. En este momento soy el hombre más feliz del mundo.
     La ceremonia ha terminado y Lucy ya es la señora de Al Miller. Ya es oficialmente mi esposa. Salimos de la iglesia y los invitados nos lanzan arroz. Todo sale a la perfección. Nada podría estropear este día...
     Sólo puedo mirar a Lucy, no me fijo en nadie más... en nadie salvo en aquel hombre. Allá no muy lejos un caballero de unos cincuenta años, castaño y más bien bajito no nos quita ojo. Está observando la escena, pero no interviene, ya que no es un invitado a nuestro alcance. La distancia que nos separa es suficiente como para permitirme distinguir su expresión. Tiene algo que me resulta familiar, y su mirada no me termina de gustar. Tengo un mal presentimiento, pero este día es demasiado feliz y un simple presentimiento no podrá estropearlo...




Saludos desde un lugar que no os daré tiempo a localizar...